domingo, 31 de agosto de 2008

Feliz cumpleaños

Eduardo Quesada no es muy bueno recordando fechas. Para su buena suerte, ese día ocurrieron tres eventos determinantes en su vida (en diferentes años, por supuesto), su cumpleaños, su matrimonio con una mujer de ensueño, y el nacimiento de su hija, que es todo para él.

Madrugador como siempre, Eduardo preparó el desayuno para las mujeres de su vida, se baño, se rasuró, y se alistó para un día más en la oficina. Aunque es un empleado público, Eduardo siempre ha tomado su trabajo muy en serio, él siempre llega temprano y sale tarde de la oficina. Puede que sea algo monótono, burocrático y carente de agradecimiento, pero él sabe lo necesario que es para el país la función que desempeña, y más necesario aún mantener ciertos detalles de su profesión en secreto para el resto del mundo.

Mientras Eduardo esperaba a sus compañeros de trabajo para ir a la oficina, su esposa despertó y lo felicitó por un año más. Diana era bastante más joven que su marido, pero el aspecto jovial de Eduardo y su sonrisa perenne disimulaban sus cinco décadas recién cumplidas.

-“Amor, acordate que esta noche vamos a salir a cenar los tres.” – Dijo Diana, pronosticando que su marido piensa quedarse tarde en la oficina.

-“Cierto, casi se me olvida. Di, planeaba hacer una noche de poker con algunos compas del trabajo, no querés salir mañana en la noche con Carito?”-

-“Claro, ahí vamos al cine o algo. No sé porque siempre haces noches de poker, sos malísimo para ese juego, no sabes mentir, y siempre perdés.”-

Eduardo era un experto mintiendo e intimidando, pero esas eran habilidades que solo sacaba a luz en contadas ocasiones en la oficina.

-“¡Nombres, es que siempre me salen malas cartas! Antes que se me olvide, feliz aniversario nuestro y decile a Carito que feliz cumpleaños.”

-“OK amor. Trece años ya, todavía no puedo creer que nuestra chiquita cumple trece años”-

El pito un carro interrumpe los pensamientos melancólicos de Eduardo. No se le puede mencionar a Carolina sin se pierda en los recuerdos del embarazo de Diana, de la primera sonrisa de Carolina, de su primer chiste (malísimo, por cierto), y de cómo le costó aprender a amarrarse sus zapatos.

Ese pito anunció la llegada de los compañeros de Eduardo, por lo que salió algo apurado tras un breve beso de despedida de Diana. Con la subida estrepitosa del costo de la gasolina, un grupo de trabajadores de la misma oficina se organizaron para irse todos en un mismo auto al trabajo, y así ahorrar algo del modesto salario que les paga el gobierno.

-“Gente, mañana hay poker acá en la noche” – anunció Eduardo a sus amigos del trabajo.

-“¿Diay, no que era esta noche? ocupaba sacarle algo de plata para el fin de semana”- preguntó Ramiro

-“No no, hoy salgo con Di y Caro.”- respondió Eduardo, con el beso de Diana todavía en sus labios.

-“Usted ya está muy viejo para andar saliendo tan tarde”- bromeó Sebastián.

-“¡Jodás! De por si es solo salir a cenar y tal vez ver una obra o algo”

El viaje al trabajo era largo, lleno de presas, y el carro siempre llevaba más gente de la que cabía, pero se hacía corto para los que iban en el auto. Eduardo se encargaba de entretener a los presentes con alguna historia cómica de su juventud (que él no consideraba acabada), al recordar los viejos tiempos que sus compañeros más jóvenes no tuvieron el placer de vivir, o vacilando a algún compañero con un problema de esos que solo acosan a los jovencillos.

Una vez en el edificio gubernamental, Eduardo y sus compañeros atraviesan los diversos filtros de seguridad sin problemas. Puede que pasar a cada rato por rayos X, repitiendo códigos secretos que cambian día a día, rodeado de guardias armados y agresivos o pidiendo autorización para ir a cualquier lado parezca un problema, pero en tiempos de Guerra Fría, es un mal necesario.

Eduardo no se encuentra muy alto en el rango jerárquico de la oficina, aunque si es considerado un empleado de sumo valor, que presenta resultados efectivos, rápidos y de calidad. La razón principal por la cual Eduardo no ha subido estrepitosamente en la organización se debe al carácter reservado de su especialidad.

Avanzado el día, Ramiro contacta a Eduardo por teléfono, en voz baja.

-“Tenemos una situación en la sala de conferencias” – Le dijo Ramiro por teléfono a Eduardo.

Eduardo dejó todo lo que estaba haciendo y se dirigió a la sala velozmente. A él no lo llaman a menos que sea una situación difícil de controlar, donde se ha hecho todo lo posible sin tener resultados. Eduardo se especializaba en obtener respuestas cuando ya todo lo ortodoxo ha fallado.

Ramiro le entregó un fólder a Eduardo, que lo ojeó brevemente. Antes de entrar a la sala de conferencias, Eduardo preguntó:

-“¿La consiguieron?”

-“Si, está en la habitación contigua” – Respondió Ramiro

Eduardo tocó la puerta de la sala, para ver salir a Sebastián cubierto en sangre, sudando, respirando costosamente y bastante frustrado.

-“¡Puta sal, con estos chinos de mierda no se puede trabajar!” – Dijo Sebastián mientras dejaba entrar a Eduardo.

Eduardo dejó su humanidad en la puerta. Entró a la sala sereno, él nunca ha fallado en conseguir resultados. Antes de que Sebastián saliera, Eduardo le susurró :

-“Tráiganla”

Sebastián salió de la habitación rápidamente. Honestamente, él tenía miedo de las cosas que Eduardo hacía en ese cuarto, temía como cambiaba su mirada y su tono de voz, su porte jovial y simpático quedaba oculto por ojos fuertes y una sonrisa macabra. Lo que le aterraba aún más era su fama, dicen las malas lenguas que todos sus sujetos de trabajo acaban con sus propias vidas voluntariamente.

Eduardo se sentó en una silla de esa pequeña oficina, sacó una cajetilla de cigarrillos de su bolsillo, y le preguntó al sujeto:

-“¿Usted fuma, Señor Lao?”

-“No gracias, Señor…” dijo Kung Lao, con un tenue acento mandarín, esperando oír la identidad de su nuevo acompañante.

-“Quesada, Eduardo Quesada”- Respondió Eduardo, mientras guardaba la cajetilla –“ En realidad yo tampoco fumo, pero a algunas personas en su lugar a veces están muy tensas, y es más fácil que cooperen cuando se relajan”-

Kung Lao rió suave y brevemente, y dijo: “mi falta de cooperación no se debe a tensión, sino a lealtad”.

Eduardo entendió la razón por la cual lo llamaron, este iba a ser un caso difícil. Los casos difíciles no intimidan a Eduardo, y menos cuando él tiene un as bajo la manga. El tipo de ases que solo se deben usar en últimas instancias. Eduardo le dio una última oportunidad a Lao

-“Eso no lo dudo, Señor Lao. Se nota que usted no responde a las técnicas de persuasión clásicas, y es por eso que me han llamado a esta reunión. Yo voy a conseguir la información que estamos buscando, usted decide cuando terminamos, y cuanto va a sufrir.”-

Kung Lao ni siquiera se detuvo a pensar en la proposición, sin quitar su mirada de pocos amigos de Eduardo, dijo: -“Ustedes ya me han golpeado, cortado, quemado, mutilado, quebrado, violado, y electrocutado. Una amenaza no va a funcionar conmigo.”-

Eduardo asintió con la cabeza, se levantó de la silla, abrió la puerta ligeramente, y le dijo a Sebastián: -“démela”.

Kung Lao no le temía a ninguna herramienta de tortura, ya las había probado todas y sabía que esperar de cada una. Pero lo que entró a la habitación lo dejó paralizado, sin siquiera poder gritar, maldecir o intentar soltarse de sus ataduras.

Eduardo, al ver la reacción de Kung Lao, le dijo: -“ tome esto como un cumplido, señor Lao. Casi nunca tenemos la oportunidad de traer a terceros a esta sala, pero su pequeña Xiao Mei valió el esfuerzo.”

Junto a Eduardo entró una niña pequeña, de alrededor de trece años. Lloriqueaba levemente, lo que indica que lleva varios días en cautiverio, y ya está algo acostumbrada a su situación. Kung Lao todavía no podía creer que lograron secuestrar a su hija.

-“No fue tarea fácil, señor Lao. Usted ha logrado esconderla bastante bien, pero para su desgracia, los países no-alineados tenemos una red de inteligencia bastante eficaz.”- Dijo Eduardo, mientras acercaba a la niña a la mesa.

Kung Lao olvidó todo su entrenamiento, olvido su misión, olvido su lealtad. Él solo pudo suplicar, con una voz quebrada: -“Por favor, hoy es su cumpleaños.”

12 comentarios:

nickyfc dijo...

Como le dije en el msn, excelente! Ese final le quedo perfecto. Lo sentí a momento un poco a isaac asimov, sobre todo al final y eso me agrada.
EXCELENTE trabajo carrus

Luis Aguilar dijo...

ohhh, este me gusto!, la ambientazión en la guerra fría le da un aire ideal para la trama, y en general siempre hay como un aire de misterio sobre lo q va a pasar, lo cual es excelente.

Ale Vega dijo...

Mae Carro este estuvo genial, durante todo el cuento me mantuvo con la incognita, claro en partes uno ya lo descubria pero eso no le quita lo genial!! Demasiado éxito mae!!

patricia1489 dijo...

Hey Carro qué éxito!!! es más, me sorprende lo sensible de su parte al incluir a la chiquita... jeje

-Oli-LoRe- dijo...

Jajajaja muy bueno BOLI

nickyfc dijo...

YO PIDO ESTE CUENTO PARA GENEROS!!!!!!!!!!!!!!!!!
TENGO PERMISO DE CARRO PARA ETSE EN ESPECIFICO!

Nayuribe dijo...

De verdad cuando leo sus cuentos no puedo imaginarme q es ud, porq conociéndolo uno no pensaría q ud haría estos cuentos. De veras le salen muy bien...jeje

Mariocr (Uro) dijo...

Amazing...

Diego dijo...

mae excelente el blog, de veras que la historia me llevó hasta el final sin problemas. Muy bueno...

Unknown dijo...

buenas mauricio, mae le tenemos una propuesta, somos un grupo de escritores jóvenes q stamos haciendo una comunidad. queríamos ver si le sonaba la idea. si quiere pase a ver que le parece y ahi nos deja en el chat si le interesa participar o no. pura vida.

Ching dijo...

Bastante tensa, final inesperado y bien cruda. Me gustó la historia (no me mato, pero) resalto su forma de manejar la tensión. solo un pequeño detalle, me parece que en el segundo ( o tercero, no estoy seguro) párrafo repite mucho la palabra él (sé que es una palabra difícil de evitar, pero igual se vuelve un poco tedioso).


Es un gusto que esté en Costa Rica Joven. Esperemos que esta comunidad siga creciendo y rinda frutos.

Anónimo dijo...

WOW Mau!!! el mejor final! Todo el cuento está genial!
Que respeto!